Datos del municipio
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Superficie:
25,70 km.2
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Población:
12.830 hab.
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Longitud
del litoral: 0 km.
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Altitud
capital municipio: 745 mts.
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Altitud
máxima: 1.254 mts.
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El
origen de Teror puede buscarse con anterioridad a la conquista
de Gran Canaria por la Corona de Castilla, a finales del siglo
XV, si bien su población debió de ser poco numerosa hasta comienzos
del proceso de colonización, como así lo atestigua la escasez
de restos arqueológicos hallados en el municipio,
de los cuales destaca el poblado troglodita de Guanchía. De
hecho, su nombre deriva del topónimo aborigen Therore o Terori,
del cual, en la actualidad, desconocemos su significado.
La génesis histórica de la villa
de Teror está unida a la aparición de la imagen de la Virgen
del Pino, convirtiéndose a partir del siglo XVI, con la creación
de la Parroquia en el año 1514, en el centro de peregrinación
de la isla de Gran Canaria. Se desconoce con exactitud la
fecha de la aparición de esta imagen, aunque, según algunas
referencias, el obispo Juan de Frías la visitó el ocho de
septiembre de 1481, fecha en la que actualmente se conmemoran
las fiestas en honor a Nuestra Señora del Pino. En torno
al templo, erigido junto al pino donde se produjo la aparición
mariana, surgió el núcleo urbano en el que se construyeron
las casas señoriales y palacios de la burguesía terrateniente
de la zona. A partir de entonces se configura uno de los núcleos
de población más importantes de la Isla, contando con Alcalde
Real desde esa centuria.
La importancia de Teror como
centro de peregrinación queda atestiguada en distintos episodios
a lo largo de la historia insular. Lugar de protección ante
catástrofes naturales, como las constantes sequías que azotan
nuestro territorio, epidemias, crisis económicas o guerras.
En este sentido cabe destacar como, en 1588, el Cabildo Catedral
de Las Palmas acordó llevar el Tesoro de Santa Ana a Teror,
ante la posibilidad de una invasión; la valerosa resistencia
en este municipio de las milicias populares, ante el ataque
de los corsarios holandeses comandados por Pedro Van der Does,
en 1599; o cómo se refugian numerosas familias en dicho
lugar, por el miedo ante un posible ataque norteamericano
en 1898, que nunca llegó a producirse.
El desarrollo del municipio,
además de ejercer como centro de atracción de peregrinos,
está íntimamente relacionado con el impulso de las actividades
agrícolas y ganaderas. Si bien Teror no fue un lugar elegido
para la instalación de las grandes explotaciones agrícolas,
destinadas a los cultivos de exportación que han marcado los
ciclos históricos de la economía insular, tales como la caña
de azucar en el siglo XVI, la vid en el XVII, la cochinilla
en el XIX y el plátano y tomate en el XX, esta Villa de medianías
pronto se convirtió en un centro de producción de productos
agrícolas y ganaderos de subsistencia.
A partir de finales del siglo
XVII, y principios del XVIII, se produce un impulso fundamental
en la economía del municipio, como consecuencia de la introducción
de nuevos cultivos de gran rendimiento, como son la papa y
el millo. Este crecimiento económico tiene su reflejo en
la dinámica poblacional, pues en este momento se produce el
aumento demográfico más importante que registra la localidad
hasta ese entonces. Teror, sobre todo después de la creación
del mercado en la plaza, que, junto al de Telde, fue el primero
de la isla, se convierte en el centro dinamizador de las explotaciones
agrarias de la zona. El esplendor económico de la época tiene
su reflejo en la arquitectura, puesto que es a partir de este
momento cuando se construye la mayor parte de los edificios
emblemáticos de la villa, auspiciados por la burguesía local.
El siglo XIX, tras el nuevo
modelo administrativo implantado en España, supone el surgimiento
de la villa de Teror como municipio, con su Ayuntamiento propio.
No obstante, ha de hacer frente a esta nueva situación asumiendo
una importante pérdida, tanto de territorio como de población,
pues en este momento se produce la segregación de Valleseco,
que se conforma como municipio independiente de Teror. No
fue el Novecientos un buen siglo para la villa, pues sus vecinos
debieron de hacer frente no solo a los conflictos sociales
por la posesión de tierras y agua, sino también a crisis
económicas, hambrunas y epidemias que arrastraron a muchos
de ellos a la emigración forzosa, sobre todo a Cuba. No obstante,
a medida que nos aproximamos al siglo XX vamos asistiendo
a una mejora de la situación economicosocial.
Actualmente, Teror es un municipio
en expansión, tanto por su cercanía a Las Palmas de Gran Canaria
como por su dinamismo económico, y por ser uno de los centros
de peregrinación más importantes del archipiélago. Por un
lado, mantiene, aunque en los últimos años se asista a una
disminución de estas actividades, un importante sector agrícola
destinado a la producción de productos para abastecer el mercado
local. Por otro lado, el municipio cuenta con una industria
alimenticia de amplio reconocimiento en la isla: repostería,
embutidos y aguas minerales, además de seguir siendo el lugar
más importante de peregrinación de Gran Canaria, al encontrarse
la Virgen del Pino, patrona de la Diócesis de Canarias, en
este municipio de las medianías insulares.
Teror destaca también
por poseer un importante legado artístico y cultural, fruto
de la rica historia que ha forjado sus gentes. En este sentido,
el casco antiguo de Teror ha sido declarado “Conjunto Histórico
Artístico”, por Real Decreto en 1979. Destacamos del mismo
la primitiva ermita y germen de la actual Basílica de Nuestra
Señora del Pino. Data posiblemente de 1481. Fue de una sola
nave y albergó la imagen de la Virgen, aunque se desconoce
si es la original, aparecida en el pino, o una traída en
el siglo XVI por el capitán Juan Pérez Villanueva. Esta ermita
se sustituiría por otra edificación, debido a su estado ruinoso,
en 1600. El segundo templo edificado, de mayores dimensiones,
contó con tres capillas, camarín, coro y reloj. Aéste se le
adosó en 1708 una torre octogonal, conocida como Torre Amarilla,
siendo el único elemento conservado en la actualidad de la
antigua construcción.
La actual Basílica se erige
en la década de 1760, bajo la dirección del coronel Antonio
Lorenzo de la Rocha. El edificio posee tres naves: la Mayor,
la del Evangelio y la de la Epístola, ejecutadas con arcos
de medio punto y cubierta a dos aguas. Destaca en su fachada
la Torre Amarilla, antes mencionada. La
riqueza artística del templo se manifiesta también en los
cinco retablos, vidrieras, mantos, etc. Diversas obras escultóricas
pueden admirarse en el interior del templo: la propia imagen
de la Virgen, que puede atribuirse al escultor sevillano del
siglo XVI Jorge Fernández, o las realizadas por José Luján
Pérez (el Cristo de la Columna y San Juan). Destacan, además,
varios retablos ejecutados por José de San Guillermo, del
que sobresale el de la Capilla Mayor, que fue donación de
la familia Carvajal y Matos.
La Plaza del Pino, donde se
eleva la Basílica, fue mandada a construir por el coronel
Antonio Lorenzo de la Rocha, siendo reformada posteriormente
en varias ocasiones, e incluso ha sido modificado el monumento
de la Cruz Verde, lugar que conmemora la ubicación del sagrario
de la segunda ermita.
El Palacio Episcopal es uno
de los edificios más representativos del casco histórico.
Los gastos de construcción fueron sufragados por el pueblo,
en agradecimiento a los obispos Morán y Delgado. Lo forman
dos casas comunicadas en el interior y rematadas con dos escudos,
uno que acredita que las casas pertenecían a la diócesis y
otro colocado por el obispo Lluch y Garriga, al mandar construir
una nueva ala en el palacio. El edificio ha sido remodelado
para sus nuevas funciones de Casa de la Cultura.
El Monasterio del Cister se
comienza a edificar en 1882, en un solar en el “Cercado de
los Castaños”, propiedad de Agustín de la Rocha, a partir
de un proyecto del párroco Judas A. Dávila. Se trata de un
edificio amplio, distribuido en tres cuerpos principales,
la iglesia, el convento y el noviciado, que también se ha
usado como escuela femenina. A los lados de la puerta de la
Iglesia se encuentran dos medallones con los escudos del benefactor,
obispo Pozuelo, y de la propia Orden Cisterciense. En la construcción
del monasterio de Teror participarían también los vecinos,
con sus donaciones y mano de obra.
La Casa de los Patronos es una
vivienda situada en la misma plaza de Teror. En ella nació
el bisabuelo de la que sería esposa del libertador Simón Bolívar,
Mª Teresa Rodríguez del Toro de Bolívar. En esta casa han
vivido varios patronos de la Virgen, entre ellos el linaje
Manrique de Lara. La casa tiene patio central, con una fuente
de cantería. Destaca la capilla, donde se exhibe un conjunto
de casullas y se reverencia a la Dolorosa. En esta casa-museo
están expuestas las pinturas del artista alemán, afincado
en la Villa, Georg Heindrich. Además, hay objetos antiguos
(vajilla, muebles, tapices), entre otros elementos de gran
valor artístico y etnográfico.
Entre el excelente patrimonio
arquitectónico de Teror lucen otros edificios, tales como
el Convento de las Dominicas, de la segunda década del siglo
XX, que se encuentra situado al pie del Pico de Osorio; la
Ermita de San Isidro, fechada a finales del siglo XVII (sólo
puede visitarse con cita previa, ya que es privada); la Iglesia
del Sagrado Corazón de Jesús (en Llano Roque), que data de
principios del siglo XX; la Ermita de la Peña, en el barrio
de El Palmar, data de principios del siglo XVIII y allí se
venera a la Virgen de las Nieves. Al margen de la arquitectura
eclesiástica, no puede pasar desapercibido los bellos edificios
señoriales que rodean la Plaza del Pino, con sus típicos
balcones canarios, y magníficas casonas, como la que podemos
ver en la Finca de Osorio.
La fiesta más conocida que se celebra en Teror es la Romería
y Ofrenda del Pino, celebradas en torno al 8 de septiembre,
aunque las vísperas y días consecutivos son también festivos.
La romería consiste en un acto multitudinario en el que participan
todos los municipios de Gran Canaria e, incluso, algunos
de otras islas, con carrozas engalanadas, parrandas, bailes
y ofrendas de productos locales. El recorrido de la misma
discurre desde el lugar conocido como el Castañero Gordo hasta
la Plaza del Pino. Provenientes de todas las partes de la
isla acuden caminantes, ya sea para solicitar favores a la
Virgen, como promesa o simplemente par diversión.
En Teror es muy conocida también
la Fiesta del Agua, tradicional festejo que se remonta al
siglo XVIII, en la que se agradecen las lluvias. Esta fiesta
se celebra a finales de julio, momento en que simultáneamente
se recogen las cosechas. Entre los actos a celebrar se homenajea
la figura de Néstor Álamo, organizando una feria de ganado
en su nombre.
El viernes siguiente al Corpus,
en junio, se celebra la Festividad del Sagrado Corazón, que
se inicia en 1877, con motivo de las comuniones de los niños,
quienes van tras la imagen en la procesión. En este festejo
destacan las alfombras hechas con flores, sal y serrín tintado,
entre otros elementos, con las que se adornan las calles.
Otras fiestas que disfrutamos en Teror son las de San José
y la de la Santa Cruz, el primer domingo de mayo, momento
en que sobresale la quema de fuegos.
Los barrios de la villa celebran
también sus fiestas patronales: el barrio de El Pino,
el 7 de agosto, en honor a San Cayetano; El Palmar, el domingo
después del 5 de agosto, por la Virgen de las Nieves; Los
Llanos, el domingo después del 4 de octubre, por San Francisco
de Asís; San José de Álamo, el primer domingo de junio, por
San José; El Álamo, a principios de julio, por la Santa Cruz; El
Hoyo, el 15 de agosto, por Ntra. Sra. de Lourdes; El Faro,
el 13 de mayo, por la Virgen de Fátima; San Isidro, el primer
domingo de julio, por San Isidro y Santa Mª de la Cabeza;
en Lo Blanco-Miraflor, a principios de agosto, por San Antonio
Mª Claret; El Rincón, a principios de junio, por San Bernabé;
El Hornillo, el domingo después del 16 de julio, por la Virgen
del Carmen; y Arbejales, en la segunda quincena de junio,
por el Sagrado Corazón de Jesús).
Guía Turística y Cultural del Norte de Gran Canaria
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