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Situación geográfica

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Arucas Volver a Municipios
  Datos del municipio

Superficie: 31,87 km.2

Población: 8.042 hab.

Longitud del litoral: 4,22 km.

Altitud capital municipio: 490 mts.

Altitud máxima: 1.771 mts.

  Lugares de interés
Iglesia de la Candelaria
Casa Museo Tomás Morales
Panorámica del Barranco de Moya
Plaza de la Candelaria
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En este término municipal se encontraba el bosque de laurisilva al que el caudillo aborigen Doramas dio su nombre. Éste se refugiaba en el bosque junto a un grupo de guerreros, con los que organizaba ataques contra las tropas de los conquistadores castellanos. Existen varios lugares, como el poblado de cuevas de La Montañeta o la Cueva de Doramas, testigos del pasado prehispánico del municipio de  Moya.

     Tras la conquista de Gran Canaria, a finales del siglo XV, y, como fruto de los repartimientos de tierras y aguas a los participantes en la misma, comenzó un desarrollo importante de las actividades económicas relacionadas con la agricultura y, en especial, con los cultivos de exportación, como la caña de azúcar. Las consecuencias de este impulso económico fueron, entre otras, la creación de núcleos urbanos de nueva planta, como la villa de Moya.  A partir de la primitiva ermita en honor a Nuestra Señora de la Candelaria, localizada en el solar donde se construyó en 1515 la parroquia bajo la misma advocación, y que  hoy ocupa la actual iglesia, comenzó el poblamiento de la villa. Dicho poblamiento se realizó fundamentalmente por trabajadores encargados de las labores agrícolas.

A mediados de siglo XVII y después de la recuperación, tras la caída del cultivo de la caña de azúcar, se produce un incremento de población en las zonas de medianía, creciendo los pagos y barrios ya existentes y surgiendo otros nuevos, que se caracterizan por la dispersión del hábitat. Es en esta época cuando surgen los principales núcleos de la villa, como Fontanales, Barranco del Pinar, Trujillo, Los Dragos y El Laurel. Las causas de este incremento pueden buscarse en  la introducción de nuevos cultivos de gran rendimiento y bajo coste (la papa y el millo). Esto, junto a la calidad de las tierras, que posibilita una buena producción agrícola, genera un comercio de la misma, tanto en el mercado grancanario como en el tinerfeño, al ser el Norte una buena zona de contacto con esa isla. Así, Moya se caracteriza por se uno de núcleos de población que más crece en el Norte en esta época, por el dinamismo de su economía de base agraria.

Por tanto,  en el siglo XVIII ya se prefigura la actual configuración del municipio, con una población asentada mayoritariamente en las medianías, donde se desarrolla una agricultura de abastecimiento y una ganadería, sobre todo de vacas y cabras, importantes. A finales de este siglo, y durante parte del XIX, las duras crisis que sufre la isla, y que también afectan a Moya, provocan la ocupación de tierras que formaban parte del Bosque de Doramas, lo que significa la desaparición de este enclave único en Gran Canaria.

A partir de estos momentos, con la paulatina introducción de los distintos cultivos de exportación, la cochinilla y, sobre todo, el plátano en el siglo XX, Moya experimenta un proceso de crecimiento, sobre todo en las zonas costeras, más aptas para estos cultivos. Por tanto, podemos decir que la historia de Moya ha estado profundamente ligada al desarrollo agrícola de Gran Canaria y, por consiguiente,  a su desarrollo económico. Si bien en los últimos años se ha producido un descenso general de las actividades agrarias en el contexto insular y municipal, apreciable en el abandono de buena parte de las tierras de cultivo, la economía de Moya sigue conservando su base agrícola. Esta se ha visto complementada con pequeñas industrias, como la de los bizcochos, famosos en toda la isla.

Un paseo por Moya no debe quedar sin que se hayan visitado los edificios emblemáticos de la villa. Entre ellos cabe destacar la Iglesia de Nuestra Señora de la Candelaria, la Casa Museo Tomás Morales y la Ermita de San Bartolomé de Fontanales.

La Iglesia de Nuestra Señora de Candelaria cuelga sobre los riscos que se precipitan sobre el Barranco de Moya, al que da la espalda. En este mismo lugar se asentaba la antigua parroquia, que fue demolida en 1940 para sustituirla por la actual, inaugurada en octubre de 1957. Presenta una planta dividida en tres naves, con dos torres adosadas. En la nave central encontramos una portada labrada en cantería y rematada con un rosetón.

Frente a la Iglesia de la Candelaria se encuentra la Casa Museo del poeta modernista Tomás Morales, en una plaza que lleva el nombre del escritor. En esta casa de dos pisos y patio interior, nació el poeta, que fuera exponente máximo del modernismo español, un 10 de octubre de 1884. En el patio de la casa podemos ver actualmente la estela funeraria dedicada a Tomás Morales, obra del escultor Victoriano Macho.

Otro de los edificios más emblemáticos del municipio de Moya se encuentra en Fontanales. Se trata de la Ermita de San Bartolomé, reedificada y ampliada cuatro veces, y finalizada en 1872. En su interior podemos encontrar la imagen de San Bartolomé, atribuida al escultor guiense Luján Pérez. Esta construcción es testigo de la importancia social y económica que históricamente jugó en la zona Fontanales.

Pero en un municipio como Moya es, sin duda, el patrimonio etnográfico el que conforma su mayor riqueza cultural. Testigos del pasado quedan sembradas por el paisaje innumerables construcciones que hacen referencia a una economía de base fundamentalmente agrícola. Casas tradicionales, bancales y cadenas de cultivo, alpendes, eras y estructuras hidráulicas, como acequias, canales, acueductos, cantoneras o molinos, conforman uno de los paisajes agrarios más hermosos de Gran Canaria.

El hábitat rural tradicional queda ejemplificado en numerosos lugares, como el Barranco del Laurel o Fontanales. En ellos, las casas, de tejas árabes o francesas, con cubierta a dos aguas y  construidas por brazos anónimos ocupan  las zonas improductivas para la agricultura, salpicando el paisaje de viviendas entre cultivos. Estas construcciones, en las que la funcionalidad era la principal característica, suelen estar acompañadas de otras estructuras, como los alpendes. Estos son construcciones realizadas tanto en piedra, mampostería o bien en el interior de cuevas, que servían como refugio al ganado que en esta zona es mayoritariamente caprino o vacuno.

Los bancales y las cadenas de cultivo escalan las pendientes de lugares como el Barranco de Moya, evidencias del  duro trabajo del agricultor canario que luchó y lucha contra las condiciones adversas de un territorio donde escasean las zonas llanas. Los muros de piedra, tan característicos del paisaje del norte, y que sirvieron para salvar las fuertes pendientes y delimitar las parcelas, guardan la tierra que contiene el fruto, plátanos, papas, millo, de la actividad agrícola.

La ingeniería hidráulica es parte fundamental del legado cultural del municipio. Cantoneras para repartir el agua de riego entre los agricultores, a través de sus bocas o tornas. Agua que circula por las acequias y que salva los desniveles del agreste relieve gracias a la construcción de los acueductos, como el de Los Canales, en Lomo Blanco, o el Acueducto de Trujillo. Galerías y pozos de donde se extrae el agua del subsuelo, canales encargados de su conducción y estanques para almacenarla completan parte  del paisaje hidráulico de Moya, en el que también destacaremos los pilares, en los que la población obtenía el agua para beber, y los lavaderos.

Merece una mención El Roque. Este singular barrio se asienta sobre un promontorio rocoso, que se interna en el mar, donde numerosas casas se agolpan en un laberinto de callejuelas estrechas. El Roque es testigo de una época en la que se cultivó cada parcela de tierra fértil, de un tiempo donde las casas se construyeron en los lugares a los cuales era imposible arrancarle el fruto, aunque éstos estuviesen dentro del mar.

Los molinos merecen un apartado especial, ya que si bien la gran mayoría hacían girar sus piedras con la fuerza motriz del agua de las heredades, como el Molino de Azuaje (Hoya Cabreja) de 1850-1859, existen en la actualidad otros que funcionan con energía eléctrica, como el Molino de Abajo o de Los Lavaderos (Barrio Deán), que empleó en un principio la fuerza motriz de los caudales de agua.

Moya posee un importante calendario festivo, del que destaca la Romería en honor a San Antonio, celebrada a mediados de junio, así como las Fiestas de la Virgen de la Candelaria, el 2 de febrero. Otras fiestas importantes son las celebradas en Fontanales en honor a San Bartolomé, el 24 de agosto.



José J. Guillén Medina
Guía Turística y Cultural del Norte de Gran Canaria










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