Datos del municipio
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Superficie:
42,59 km.2
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Población:
14.070 hab.
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Longitud
del litoral: 10,16 km.
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Altitud
capital municipio: 180 mts.
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Altitud
máxima: 1.100 mts.
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Una
vez acabada la conquista de Gran Canaria, en el año 1483, comienza
el reparto de tierras entre aquellos que habían participado
en la misma. Sancho de Vargas y Machuca, joven castellano de
profundas convicciones religiosas, interviene activamente en
la conquista de Gran Canaria, por lo que, en la distribución territorial inminente
a la victoria castellana, resulta favorecido con una loma
que, a modo de anfiteatro natural, queda delimitada entre
los barrancos de las Garzas y de Guía.
La historia de Guía surge en
el preciso instante en que Sancho de Vargas y Machuca proyecta
erigir una iglesia en honor a Santa María de Guía. De este
modo se explica cómo el topónimo responde a la advocación
mariana del fundador de esta ignota parroquia. Sin una fecha
bien definida que marque el inicio de construcción de la ermita,
estiman los historiadores que comenzó entre 1490 y 1491,
confirmándose que en 1509 está totalmente finalizada.
Al igual que sucede con otros asentamientos de la comarca,
la entonces villa de Guía surge como un nuevo núcleo poblacional,
sin que existiera ninguna ocupación de este espacio con anterioridad
a la creación de la nueva ermita.
A esta fundación original se
le une una forma de poblamiento igualmente inédita en la comarca,
esto es, un poblamiento concentrado y no disperso, de claras
reminiscencias castellanas. Un tercer factor que define la
peculiaridad de la misma es la topografía previa y la exigencia
de conservar los espacios fértiles para el desarrollo de las
actividades agrícolas. De esta manera, el crecimiento de la
villa se realiza hacia lo alto de la loma y no hacia la vega,
dejando al centro neurálgico de la localidad, iglesia y plaza,
como límite inferior del núcleo, y no en el centro del mismo,
hacia donde convergen las calles de la entidad, tal y como
se basa el modelo hispánico bajomedieval.
Gracias a la disponibilidad
de agua, al estar emplazado el lugar entre dos barrancos o
arroyos permanentes que, sin llegar a ser ríos, sí
corrían todo el año, así como a la potencialidad de
las tierras colindantes, surge, en torno a la ermita, un núcleo
de población integrado por nobles procedentes de la cercana
Gáldar, y comerciantes genoveses, como la familia de los Riberol.
A estos estamentos se le avecina una mano de obra especializada
en las actividades agrícolas, que se asentará en el actual
barrio de San Roque. Curiosamente, los lugareños conocían
a estos núcleos, entonces separados, como Villa Arriba y Villa
Abajo.
Desde sus comienzos, y al igual
que el resto de la comarca, la forma de vida y la economía
guiense gira en torno a la agricultura. Con las disponibilidades
de agua y de tierras aptas para su cultivo, se introduce la
caña de azúcar. La implantación de este cultivo trae consigo
nuevos factores socioeconómicos, ya que sirve de lanzadera
hacia una proyección de trascendentales consecuencias para
esta localidad. La generación y elevación de las rentas de
la población local, gracias al cultivo de la caña y a los
ingenios azucareros, actúan como polos de atracción para numerosos
inmigrantes, conformándose en pocos años un asentamiento humano
de relativa importancia. De esta manera, muy pronto, en el
año 1526, Guía de Gran Canaria se segrega administrativamente
de Gáldar. Esta separación no contó con el beneplácito de
los vecinos galdenses, que elevaron una protesta ante el
mismísimo emperador para que impidiese esta separación. Con
toda seguridad, este es el germen de la tradicional y sana
rivalidad que históricamente ha caracterizado las relaciones
entre los vecinos de ambas localidades.
Al igual que en el resto de
la comarca y, por ende, de las islas, son los tradicionales
ciclos económicos los que marcan la intensidad y duración
de cada uno de los cultivos que caracterizan a estos peculiares
episodios históricos. A la caída de la caña de azúcar le sucede
el cultivo de la vid que, introducido desde las primeras décadas
del siglo XVI, y destinado a una producción para el consumo
interior, alcanza su apogeo en el siglo XVII. Buena fama cosecharon
los caldos de Guía, pues en 1629, el obispo Cristóbal de la
Cámara y Murga afirmó:“ Tiene grandes heredades de viñas
y son los mejores vinos que se recogen en toda la isla”.
Su desarrollo económico y social
es continuo y alcanza tal condición que Viera y Clavijo, en
su Historia de Canarias, concluye: "... y , sin duda,
es el pueblo mejor y de más lustre después de la capital".
Esta condición económica es fácil de advertir en la arquitectura
de sus casas.
La villa de Guía de Gran Canaria
accede al título de ciudad el 1 de octubre de 1871, gracias
a las gestiones realizadas por el egregio político canario
Fernando León y Castillo, Marqués del Muni. Como anécdota
de este importante capítulo para la historia municipal, y
en agradecimiento a esta solemne concesión, el alcalde y el
juez del municipio pasearon por las calles un retrato del
entonces monarca Amadeo I, acompañados por el repique de
las campanas y los cantos patrióticos de los nuevos ciudadanos.
Es a principios del siglo XX,
con la introducción del plátano, y hasta los años sesenta
de esa centuria, cuando Guía vive su último episodio de esplendor
económico y social en el contexto insular. A raíz de la terciarización
insular, merced a la actividad turística y a otros factores,
los ejes fundamentales y tradicionales de la economía municipal
y comarcal se debilitaron, cediendo el protagonismo asumido
durante siglos a otros municipios de la isla, con mayores
posibilidades de desarrollo dentro del contexto actual.
No podríamos obviar bajo ninguna
excusa la importante aportación guiense al ámbito de la cultura
y, en particular, en los siglos XVIII y XIX. Muchos han sido
los personajes que han resaltado en el aspecto cultural, pero
destacan, sobre todo por su aportación al ámbito regional
e incluso nacional, el escultor Luján Pérez, el poeta Bento
y el canónigo Gordillo, diputado y Presidente en las Cortes
de Cádiz, donde nació, en 1812, la Primera Constitución que
vio el territorio español.
Un aspecto cultural de gran
relevancia para el municipio y para la isla lo constituyen
las estancias que realizó el famoso compositor francés Camille
Säints-Säens en la Villa Melpómene, a la entrada de la ciudad.
Su peculiar aportación cultural al municipio fue el
asesoramiento en la compra de un magnífico órgano y el concierto
que ofreció el día de su inauguración, el 14 de enero de 1900,
que, según las crónicas del momento, “ fue todo un acontecimiento
social y musical en la isla”.
Dentro de la música folclórica o popular, Néstor Álamo
se yergue como uno de los compositores de más prestigio en
el escenario regional. Numerosas obras suyas forman parte
ya del vasto patrimonio musical canario.
Una parada obligada es la visita
al templo parroquial, declarado Monumento Histórico-Artístico
Nacional en 1981.
Dentro del casco urbano son muy interesantes las visitas
a la capilla de San Antonio, la iglesia del Hospicio de Santa
Catalina de Siena, convertida hoy en Teatro Municipal y levantada
en el solar donde nació Sor Catalina de San Mateo, así como
los talleres de producción artesanal, donde se confeccionan
y exponen un rico muestrario de naifes o cuchillos
canarios, tallas de madera, pirografía, bordados y calados.
Igualmente, recomendamos las visitas a los establecimientos
donde se podrá degustar el queso de flor, cuya fama trasciende
ya el territorio nacional.
Elegantes casas señoriales,
en el ámbito cercano a la iglesia, muestran el peculiar frontis
grancanario, tal y como sucede con la denominada Casa de los
Quintana, acompañadas por equilibradas edificaciones de corte
neoclásico, entre otros estilos. Por otro lado, aún conserva
muchas viviendas propias de la arquitectura popular, lo que
unido a la arquitectura señorial, otorga una originalidad
al casco urbano que le ha valido su declaración como “Monumento
Histórico Artístico- Nacional” en el año 1982.
Por
toda la geografía municipal encontraremos zonas con un especial
atractivo, dignas de reconocer y visitar. Entre los yacimientos
o lugares de interés prehispánicos está el Cenobio de Valerón,
antiguo granero o depósito fortificado, ubicado en la Montaña
del Gallego, que a su vez alberga en su cima el Tagoror, estructura
de factura aborigen.
En la costa, las piscinas naturales
de Roque Prieto son un magnífico lugar para el baño, y también
San Felipe, en el extremo occidental de la costa de Lairaga,
en contacto con el océano a través de sus playas y asombrosos
acantilados, buena muestra del trabajo lento, artístico y
majestuoso de este mar tan a menudo embravecido y tan fascinante,
al mismo tiempo.
Más sosegadas y bucólicas son
las excursiones que se pueden realizar por las medianías y
los altos de Guía. A través de los magníficos caminos que
surcan su geografía, se encuentran paisajes, espacios naturales
y pequeños pueblos que son auténticos remansos de paz, en
donde catar las delicias de la vida tranquila.
En el apartado festivo y del
gran elenco de fiestas que se celebran en el municipio, Las
Marías pueden considerarse como las de mayor tradición y trascendencia.
Celebradas siempre el tercer fin de semana de septiembre,
tienen su origen en 1811, en la promesa que realizaron nuestros
campesinos de realizar una ofrenda a la Virgen todos los
años. Esta dádiva es un agradecimiento de los paisanos guienses
a la Virgen que, tras escuchar sus plegarias, puso fin
a la plaga de langostas que devoraba la campiña. De esta manera,
los romeros bajan cada año desde Vergara, en las medianías
del municipio, al son de los tambores y las caracolas, hasta
el frontis de la iglesia, donde depositan sus ramas ante
la Virgen, entre el estruendo de los bucios, los tambores
y el agradecido bullicio de los oferentes. Finaliza Las Marías
con una romería de gran tipismo y tradición que goza de gran
fama y deferencia en la isla.
Otras fiestas de interés son
las fiestas patronales del municipio en honor a Nuestra Señora
de Guía, durante la primera quincena de agosto, y en la cual
tiene lugar la celebérrima carrera de cintas y la batalla
de flores. Continúan las celebraciones con el día del copatrono
San Roque, el 16 del mismo mes y, como colofón, la fiesta
de la Madrina, en Roca Prieto, donde se pone punto
final a estos festejos con unos espectaculares fuegos acuáticos.
El resto de los barrios gozan
también de festejos que terminan de completar el calendario
festivo del municipio, enriqueciéndolo y añadiendo cada uno
de ellos unas gotas de tradición y festividad a toda nuestra
geografía. De esta manera, se celebran en el barrio de Anzo
las fiestas por Santa Rita, el 19 de mayo; San Felipe celebra
el 26 de mayo su devoción a San Felipe Neri; en La Atalaya,
las fiestas de San Pedro, durante el mes de junio; San Juan,
el 24 de junio, en el pago homónimo; y San Francisco de Asís,
en Casas de Aguilar, el 4 de octubre.
Francisco J. Estévez Domínguez
Guía Turística y Cultural del Norte de Gran Canaria
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